Una vida de entrega y servicio al Señor
Lucas 2: 36-38
36 Había también una profetisa, Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana; casada de joven, había vivido con su esposo siete años, 37 y luego permaneció viuda hasta la edad de ochenta y cuatro. Nunca salía del templo, sino que día y noche adoraba a Dios con ayunos y oraciones. 38 Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
En Lucas 2: 36- 38, se nos narra la historia de Ana, quien había sido viuda por muchos años y había dedicado su vida a servir al Señor y su corazón anhelaba ver cumplida la promesa de redención. El contexto en el que se hace mención a esta noble mujer es cuando María y José llevaron a Jesús al templo para ser presentado al Señor.
Lo que me llama la atención poderosamente en la historia de Ana es su entrega a la oración, al ayuno, y a la vida en el templo de dìa y de noche. Parecería que la oración y el ayuno no es una forma de servicio, pero la intercesión es una manera de servir. El Señor premió su servicio con el privilegio de poder llegar “en ese preciso instante” para poder ver a Jesús con sus propios ojos y ser parte de este milagroso evento.
No sé si ella alguna vez imaginó que sería testigo ocular de la redención de Jerusalén; de lo que sí estoy segura es que servía con un corazón lleno de esperanza en que las promesas de Dios ciertamente se cumplirían algún día. También, es posible asegurar que su encuentro con Jesús fue uno de los eventos más emocionantes que jamás tuvo, tanto así que su boca se llenó de gratitud y compartía el gozo que rebosaba su corazón. Me imagino que no podía parar de hablar de su encuentro con el Mesías.
Cuando Ana enviudó a una edad temprana, podía haber adoptado una postura diferente. Podía haberse enfadado o haber caído en una tristeza y depresión profunda. Pero en vez de eso, ella se entrega a servir al Señor, aún a una edad avanzada, cuando pareciera que ya no hay mucho que hacer. Ana, la profetisa, nos da ejemplo de lo que es una vida de entrega y servicio al Señor, una mujer llena de esperanza y propósito.
¿Qué te sorprende de la vida Ana la profetisa?
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