Necesitamos rendir nuestros ¿Por qué?
Juan 9: 1-12
Versículos destacados 2-3 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.
En el capítulo 9 de Juan, Jesús y Sus discípulos se encontraron con un hombre ciego de nacimiento. Fue un encuentro que dejó a los discípulos preguntando a Jesús, “—Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?” (Juan 9:2b). Los discípulos estaban buscando a alguien a quien culpar por esta lamentable situación.
Ser ciego en el tiempo de Jesús, a menudo se interpretaba como un castigo por el pecado. Entonces, las personas ciegas probablemente no recibían mucha ayuda de los demás, asumian que eran pecadores que Dios estaba castigando. Pero Jesús le dio la vuelta a esta manera de pensar cuando dijo: —Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida (Juan 9:3).
La razón por la que este hombre estaba ciego era para que otros pudieran ver el asombroso poder de Dios. Cuando Jesús sanó su ceguera física llevaría a otros a la visión espiritual. Lamentablemente, no todos los que presenciaron la sanidad de este hombre estaban abiertos a la verdad de Jesús. De hecho, provocó un gran lío con los fariseos, un grupo de hombres cuyas vidas comprueban que no tenemos que estar físicamente ciegos para ver solo oscuridad (Juan 9:13-41).
Por mucho que quiera respuestas para aquellas cosas que no comprendo, lo que necesito es visión espiritual. Quiero abordar una situación que podría parecer desesperante y en realidad lo que necesito es ver claramente lo que Dios quiere decir. Esto significa entregar nuestros “¿por qué?” y en su lugar preguntar: ¿me ayudarías a verte, Señor? ¿Incluso en esto? Él es quien puede iluminar los lugares oscuros. Solo Su presencia tiene el poder de darnos paz en medio de nuestras preguntas sin respuesta. Tengamos cuidado de no quedarnos atascadas en nuestros “¿por qués?”. No permitamos que nos dejen ciegas a Su presencia, a Su bondad, a Su poder, a la esperanza que tenemos en Él.
¿Has estado atrapada en un lugar donde le preguntas a Dios, ¿por qué esto?
¿En lugar de preguntarnos por qué? ¿Qué debemos buscar?
Dios te bendiga
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