Murmuración: horrible pecado
1 Corintios 10: 10
María, la hermana de Moisés, fue una gran líder que cayó en pecado al murmurar contra la autoridad de su hermano. Su vida representa una llamada de atención para todas nosotras, porque nos pone a reflexionar sobre el peligro de la murmuración.
La queja y la murmuración eran habituales en el pueblo de Israel mientras caminaban por el desierto (Números 11). María no supo escapar de eso. Se atrevió a hablar mal de su hermano, a quien Dios había escogido como líder (Números 12:1-2). La envidia entró en su corazón, quiso tener el lugar de liderazgo de su hermano, y junto a Aarón renegaron de Moisés, hablando en contra de la mujer que había tomado como esposa Su pecado es castigado con lepra, una terrible enfermedad. Moisés ora por ella y Dios la sana.
Murmurar es hablar entre dientes manifestando desaprobación, queja o enfado, en perjuicio de alguien ausente, censurando sus acciones. Toda murmuración busca dañar a una persona, y ofende a Dios. El chisme y la murmuración van más allá de una simple práctica; más bien, es una mala actitud que demuestra claramente una condición pecaminosa. En 1 Corintios 10: 10, Pablo advierte acerca de cómo el pueblo de Israel pecó murmurando contra Dios
Cuando se toca a una persona para hablar mal sobre ella, está saliendo a relucir la falta de integridad y de amor de aquel que murmura. La que se respeta y se estima a sí misma considera a los demás en esa misma dimensión. Recurre a ese feo hábito, quien se tiene en poca estima, juzga y condena, acarreando para sí misma condenación. Evitemos pecar contra los demás, y contra Dios, murmurando de ellos.
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