El mucho hablar conduce a pecar
Proverbios 10: 19
19 En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.
“En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, pero el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19). “El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias” (Proverbios 21:23). Estos versículos parecen decir que cuanto más se hable, hay más posibilidades de pecar. La razón de esto se encuentra en la dura realidad de Santiago 3:8: “Pero ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal”. Hay una delgada línea entre hablar demasiado y pecar.
Debemos disciplinarnos para abstenernos de hablar cuando no sea necesario. Esta es una característica de sabiduría, prudencia y madurez. “El que retiene sus palabras tiene conocimiento y el de espíritu sereno es entendido. Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio, cuando cierra los labios, por prudente” (Proverbios 17:27-28).
Estoy casi segura de que todas en algún momento, hemos sido culpables de no escuchar porque rápidamente formábamos una respuesta en nuestra mente, mientras la otra persona aún hablaba. El apostol Santiago dice “…que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar” (Santiago 1:19). Mira la relación entre la escucha pronta y el habla lenta. Parece que la disciplina de la escucha pronta refuerza la disciplina de hablar poco. Por lo tanto, si tomo la decisión de escuchar con atención, no voy a ser tan precipitada al hablar.
Si no refrenamos el uso de nuestra lengua podemos encontrarnos envueltas en una charla inútil. La advertencia de Jesús contra la charla ociosa debería tener un efecto aleccionador: “Pero yo les digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio” (Mateo 12:36). Este es un poderoso elemento a tener en cuenta antes de hablar descuidadamente y sin control.
¿Qué relación hay entre hablar demasiado y pecar?
¿Qué podemos hacer para reducir nuestras palabras?
Dios te bendiga
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