Aprende a calmar tu alma
Salmo 131: 2
2 En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre;Como un niño destetado está mi alma.
Son muchos los días en que mi alma se siente agitada, abrumada, apresurada o incluso cargada. Al hacer malabarismos con las responsabilidades cotidianas a menudo me encuentro inquieta, temerosa e insegura. Muchas veces el ritmo de la vida es tan agitado, que no solo hace que el cuerpo se sienta apresurado y cansado, sino también el alma.
Sean cuales sean nuestras circunstancias, podemos encontrar un descanso verdadero y profundo. El rey David llevaba el peso de un reino sobre sus hombros, fue perseguido por sus enemigos, sufrió pérdidas y luchó contra el pecado. Pero en el Salmo 131:2, dijo: “he calmado y acallado mi alma…”
Puede parecer imposible tener un alma calmada y acallada. Hay tanto que hacer en un día, tanto en què pensar que podemos preguntarnos ¿cómo podemos tener un alma calmada en medio de todo esto? David reconocía quién era él en relación con quién es Dios. En el Salmo 131:2, David dijo que era como un niño destetado en brazos de su madre
Como aquel niño tranquilo y sosegado en los brazos de su madre, podemos encontrar descanso en los brazos de nuestro Padre Dios. Cuando confiamos humildemente en Él, podemos encontrar una paz verdadera y duradera, pase lo que pase. Como David, podemos calmar y acallar nuestras almas, no porque las circunstancias de la vida sean pacíficas o porque nuestras ingobernables listas de tareas pendientes están por fin domadas. Más bien, podemos calmar y acallar nuestras almas porque Dios es un proveedor fiable y fiel que nos invita a descansar en Sus brazos.
¿Cómo describirías tu alma en este momento? ¿Cargada, ansiosa o tranquila?
¿Tienes alguna carga que llevar ante el Señor?
Dios te bendiga
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