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Foto del escritorPrincesas y Guerreras

8 de Julio del 2021 Hechas a la medida de Dios

Hechas a la medida de Dios



Salmo 139: 13 - 18


Que maravillosa esta porción de la Escritura. David afirma que el Señor lo ha formado en el vientre de su madre, armando su persona pieza por pieza en la oscuridad del útero. Dios ha formado sus entrañas y todo el conjunto de su ser (cuerpo y alma). Habla de una autoría personal: "tú me formaste, tú me hiciste". David tiene muy claro que el ser humano es mucho más que un conjunto de sustancias químicas mezcladas al azar. Nunca podremos explicar lo maravilloso del cuerpo humano.

La implicación de plantear el ser humano como obra de un artista personal es lo que hace que tengamos dignidad. Tenemos un valor inmenso porque llevamos la imagen del alfarero divino. Si el cuadro de un artista de renombre se subasta por millones, es porque la capacidad del pintor imparte valor al lienzo. Un Rembrandt no es lo mismo que un grafiti de Muelle pintado en la pared de un local abandonado.

Nuestro valor no depende ni de lo que tengamos, ni de lo que aportemos a la sociedad, sino del hecho de llevar la firma de un Diseñador altamente cotizado. Tampoco cabe el desprecio: del torpe, del tartamudo, del feo, del ignorante. Cada persona posee un valor infinito por llevar la imagen de un Dios infinito. David no sólo ensalza la autoría personal del Creador de su cuerpo, sino también su pasmosa artesanía. Dios construye un embrión, que a las diez semanas se convierte en feto, en la más absoluta oscuridad del útero. Aislado del mundo exterior, Dios supervisa el crecimiento de la criatura: las células se especializan, los miembros se forman, los sistemas empiezan a funcionar: "fui entretejido en lo más profundo de la tierra" (metáfora del vientre, como lugar oscuro e inaccesible).

Cuando el salmista afirma que "en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas, que luego fueron formadas, sin faltar una de ellas", es para añadir otro motivo de alabanza a Dios: su anticipado diseño de la obra. Ensamblar un bebé no es la ocurrencia de un momento, sino el fruto de un plan por largo tiempo meditado y preparado. En el libro de Dios (metáfora que se refiere a su plan eterno) figuran tanto el código genético de cada persona, como el plan de los días de su vida: cuántos días vivirá y qué ocurrirá en cada uno de ellos.

Dios nos planeó en su mente. Cada momento fue diseñado, antes de que un solo día pasara ya había determinado nuestra existencia, porque somos fruto del amor de Dios y no de un error. Él nos formó en el vientre de nuestra madre y nos amó y escogió antes de la fundación del mundo. ¿No es maravilloso?


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