Entre criminales
Lucas 23: 32 - 43
Jesús fue crucificado junto a dos criminales, para que se cumplieran las profecías (Lucas 23: 32-43) (Isaías 53: 9). Sin embargo, la que debía estar entre ellos era yo y cada una de nosotras, ya que nuestro pecado merecía esto y más. Sabemos que los criminales estaban en el lugar que les correspondía por sus malas acciones. Pero Jesús, ¿Qué hacía en ese lugar? Estaba cumpliendo voluntariamente el plan de salvación de Dios para la humanidad. Llevando en esa cruz el peso, de nuestros pecados, enfermedades y dolores.
Ellos fueron a parar a la cruz sin ninguna esperanza más que la muerte irremediable, así como cada una de nosotras antes de encontrarnos con Jesús. Pero podemos ver que el final de ambos fue muy diferente.
Estos dos criminales representan dos actitudes frente al sacrificio de Jesús. Uno a pesar de estar padeciendo el suplicio de la cruz, juntamente con Jesús, lo que hizo fue burlarse de Él e injuriarle. El otro reconoció que era pecador y que merecía lo que le estaba pasando, reconoció que Jesús era justo y que no debía estar ahí. Hoy seguimos viendo esas actitudes frente a la cruz. Unos, aunque tal vez no se burlen de la cruz, si la ignoran y no reconocen sus pecados, ni mucho menos que la muerte de Jesús fue precisamente por su salvación.
Otros, como ese ladrón que en sus últimos minutos de vida le pide a Jesús que lo reciba en su reino; y escucha la hermosa respuesta de Jesús: “de cierto, te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”; reconocen su condición de pecadores, creen que Jesús puede salvarlos y reciben salvación y vida eterna.
Ante la cruz no podemos ser indiferentes y no tomar una decisión. O creemos que Jesús murió por nuestros pecados y aceptamos ese sacrificio como suficiente para nuestra salvación. O simplemente la dejamos a un lado y la ignoramos. La decisión es de cada una y determinará nuestro futuro eterno.
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