Corriendo la carrera
Hebreos 12: 1
Cuando tenía 6 años mi colegio realizó una especie de maratón, en la que participaron los alumnos y sus padres. Yo participé con mi papá, bueno si me preguntan por el resultado, llegamos de último y terminé en los hombros de mi padre, se pueden imaginar lo agotada que estaba. Sin importar el resultado, yo estaba feliz de haber participado, de haber llegado y por supuesto de haber ido con mi papá. Para mí lo realmente importante era llegar a la meta, no en qué lugar llegara.
La vida cristiana es comparada con una carrera, como una maratón, de resistencia, no de velocidad, tal como me pasó en mi primer intento de practicar atletismo, en la que mi deseo era llegar y no desistimos aunque todos los competidores ya hubieran llegado a la meta, de allí la gran satisfacción cuando llegamos. En Hebreos 12: 1 se nos exhorta a correr esa carrera con paciencia, siendo persistente. En una maratón muchos son los que empiezan y se quedan en el camino, por eso el llamado es a ser persistentes, a pesar de las dificultades.
En la carrera encontraremos obstáculos, nos sentiremos cansadas y muchas veces sentiremos desfallecer y desearemos abandonar la carrera, pero si estamos cansadas, podemos ir a Jesús, en quien podemos dejar nuestras cargas y encontrar descanso (Mateo 28: 11). Que no seamos de las que se quedan en el camino, sino que se fortalecen en el Señor y sigan con confianza hasta la meta, en la que nos espera el galardón que el Señor tiene preparado para quienes perseveran hasta el final.
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