Dios te hará reír
Génesis 21: 6
El comentario había corrido como pólvora ¡Una mujer de 90 años ha dado a luz! Sara acunando al bebé y a su lado, su esposo Abraham de 100 años, llenos de felicidad. La promesa encarnada, el deseo cumplido, la oración contestada hacía que todos rieran. Este suceso en nuestros días hubiera tenido la atención de todos los medios de comunicación. La foto del patriarca aparecería en las portadas de las revistas más famosas. Los noticieros se harían eco del suceso. En YouTube colgarían sus videos. Habría un revuelo enorme y de seguro muchas risas. Risas de complicidad por un milagro que la mayoría ni siquiera entendería.
Una pareja de la tercera edad disfrutando de un gran milagro de Dios. Un milagro que además, había sido prometido por Dios hacía 25 años. La promesa había llegado a su cumplimiento y aquellos ancianos solo podían sonreír ante la grandeza de Dios, manifestada en el regalo de una vida.
Dios me ha traído a la memoria las palabras de Sara por estos días: “Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo” (Génesis 21:6). Ella sabía lo que testificaba. Hacía casi tres décadas que se había reído también, pero su risa en aquel momento fue de incredulidad. No podía asimilar la palabra profética que le había sido dada. Una matriz seca no podía albergar un hijo, ese era su pensar. Dios trabajaría con Sara, y le ayudaría a cambiar de opinión (Hebreos 11:11) Cuando Sara estuvo preparada para la promesa, entonces recibió su cumplimiento.
Las palabras de Sara siguen teniendo vigencia, porque todo el que lee el relato tiene indefectiblemente la silueta de una sonrisa en el rostro. Ese efecto hermoso causan los milagros de Dios en las personas. También su experiencia nos deja un ejemplo aleccionador de fe y perseverancia que debemos imitar.
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