Sufrimientos del siervo de Dios
Isaías 53: 1 -12
Este pasaje está lleno de grandes enseñanzas y poderosas promesas para nosotras. Nos dice que el Mesías fue despreciado y rechazado, por lo tanto Él puede comprender a quienes han vivido menosprecio, rechazo, humillación. Tenemos un Sumo Sacerdote que se compadece de nosotras por lo que padeció.
Todo este sufrimiento padecido por Cristo, el Cordero de Dios, fue a causa de nuestra maldad, rebelión y desobediencia. Por eso tanto dolor y sufrimiento. “El castigo que sufrió nos trajo la paz”, la paz con Dios y paz con los demás. Sólo alguien como Él pudo hacer esto.
Las promesas de perdón, sanidad y consolación están en la entrega narrada en Isaías 53: 1-12. Estábamos destinadas al castigo eterno, pero su perdón quita esa sentencia. Su dolor sufrido hace que obtengamos compasión y comprensión en medio de nuestro propio dolor. Y sus heridas, hacen que nuestro propio cuerpo reciba la salud. Esto y más ha logrado nuestro Salvador, al pasar por esa cruenta cruz.
Todas estábamos alejadas de Dios, antes de encontrarnos con Él por medio de Jesús. Es necesario reconocer nuestro pecado para ser salvas. A nosotras sólo nos cuesta creerle y recibirle. A Él le costó: ser maltratado, vivir la injusticia, la opresión, el sufrimiento y sacrificio extremo, también el morir junto a malhechores y ser sepultado como otros. “Amor como éste no tiene igual” (Juan 3: 16). Por toda esa humillación y entrega, Dios lo ha exaltado hasta lo sumo y le ha dado un Nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2: 11)
Meditemos en esta entrega y sacrificio por nuestras rebeliones y agradezcamos a Dios por tan grande muestra de amor.
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