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Foto del escritorPrincesas y Guerreras

29 de Enero del 2021

Actualizado: 20 jun 2021


Un Corazón sincero



Salmo 51: 17


Los fariseos y escribas hicieron una acusación a los discípulos de Jesús porque los vieron “comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas” (Marcos 7:2). Era una excusa para mostrar sus verdaderas intenciones de condenar a Jesús, pues creían que siguiendo tradiciones y reglas estaban agradando a Dios, su devoción no era sino apariencias y mandamientos de hombres, pero su corazón estaba distante de Él. Los judíos afirmaban que la contaminación real era la física, pero Jesús dijo que la verdadera contaminación era la moral y espiritual.

Cuando Dios se refiere al corazón, en el libro de Jeremías 17:9 dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?” Está mostrando la verdadera condición del hombre afectado por el pecado, cuando rompe la relación con Él y vive bajo su propio razonamiento. Ese desajuste hizo que toda la raza humana se corrompiera por el pecado, dejando de vivir en el Espíritu y dando paso a los deseos de la carne. Las consecuencias de nuestra separación trajeron todas las cosas que Marcos 7: 22 menciona, que provienen de nuestro interior y que es lo que realmente nos contamina. La Palabra de Dios es el espejo que refleja la verdadera condición de nuestro corazón, pues nos muestra nuestra ambición egoísta que quiere hacer su voluntad y no la de Dios.

Después de dos mil años, sigue arraigado en el corazón del hombre que la verdadera pureza espiritual tiene que ver con cosas externas. En muchas religiones sigue habiendo innumerables ritos para alcanzar la pureza del alma y listas de alimentos prohibidos que si los consumen, verán estropeada su relación con Dios, pero Jesús dijo muy claro «nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar». El Llamado de Dios es más bien acercarnos a Él sinceramente, para escuchar su voz y poder transformar nuestro interior, purificando nuestro corazón de pensamientos y acciones que nos contaminan ante sus ojos. La Biblia dice que Dios no rechaza un corazón sincero, contrito y humillado (Salmo 51: 17)



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