Exhortándonos en amor
Hebreos 3: 13
El libro de Hebreos encomienda repetidamente a los cristianos que exhorten y animen a los demás miembros de la familia de la fe. El autor despliega el papel de las relaciones entre los creyentes, que incluye estimular a otros en la familia de Dios para que lleven vidas que le agraden y le honren. Hebreos 3:13 cita que una forma de hacerlo es mediante el ánimo: “anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado.”
Normalmente, cuando pienso en ánimo, lo que me viene a la mente es una charla alegre con palabras cariñosas y reconfortantes. Si bien esas son formas de ánimo, el escritor de Hebreos se refiere a otra forma, una que habla la verdad en amor y preocupación por otro. Es nuestro deber amonestarnos y aconsejarnos unas a otras en oración cuando vemos que el pecado se infiltra, no sólo por la integridad del corazón del creyente, sino también por la pureza de la iglesia. A veces, las palabras que realmente necesitamos escuchar pueden ofendernos y ser dolorosas al digerirlas, lo cual es probablemente la razón por la que este versículo se encuentra entre una serie de pasajes que advierten a los creyentes a no pecar por dureza de corazón o terquedad orgullosa.
Las relaciones cristianas sanas sirven para dirigirnos amorosamente de regreso al camino recto cuando nuestros corazones se desvían. Por supuesto, el amor genuino por los demás incluye palabras “cariñosas y reconfortantes”. Pero también requiere la verdad, y la verdad no siempre es fácil de expresar, especialmente cuando es probable que moleste u ofenda a alguien, a nadie le gusta que le digan la “dura verdad” sobre sí mismo.
Sin embargo, necesitamos amigas cristianas que nos hablen cuando nuestras vidas se asemejan más al mundo que a Jesús. De hecho, deberíamos dar gracias al Señor por ellas y pedirle que nos ayude a ser esa misma clase de amiga para otras que están en la familia de la fe. En obediencia a nuestro Padre celestial, seamos un cuerpo de creyentes que habla la verdad en amor unas a otras, haciéndonos responsables de las actitudes y acciones que nos alejan del Señor.
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