Cuando no comprendo el tiempo de Dios
Eclesiastés 3: 11
Mi diario de oración mantiene aún plegarias sin responder. Lo admito: es fácil sentirse ofendida y dolida en medio de la espera.
Pero estoy aprendiendo que cuando el tiempo de Dios no coincide con mi deseo, necesito concentrarme en lo que sé, más que en lo que siento. Entonces me dirijo a Eclesiastés 3:11 y leo las palabras del rey Salomón:
“Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin.”
Este versículo me ayuda a filtrar mi frustración a través de la verdad inmutable de Dios. Me recuerda que los retrasos no son una señal de la indiferencia de Dios, sino una expresión de Su brillantez. Nunca entenderé completamente las complejidades del plan eterno de Dios mientras esté en este cuerpo. Pero puedo poner mi esperanza en la integridad de Dios, incluso cuando no puedo comprender Su itinerario.
Cuando mi esperanza está ligada a la confiabilidad de Dios en lugar de en Su tiempo, mi actitud en la espera cambia. Prefiero recordar Su fidelidad en lugar de cuestionar Su justicia. (Salmo 77:11). Puedo respetar Su sabiduría en lugar de discutir Sus maneras. Me inclino a celebrar Su majestad en lugar de cuestionar Sus motivos.
Pero lo mejor de todo es que cuando deposito la razón de mi fe en la confiabilidad de Su carácter, descubro un don inesperado en medio del retraso.
El mismo Dios que está orquestando planes demasiado maravillosos para que mi mente los entienda, está dentro mí en este momento. Sus caminos pueden ser más altos que los cielos (Isaías 55: 9), pero Su presencia está tan cerca como mi siguiente aliento. Él está conmigo y me fortalece con Su amor.
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