Reconociendo nuestros pecados
Salmo 51: 3 - 4
Mi padre contaba una anécdota de cuando era un adolescente, accidentalmente rompió un vaso de vidrio de su mamá y él, sin pensarlo dos veces, fue donde ella y acusó a su hermana. Por supuesto a ella la castigaron, al culparla encontró la mejor manera de salvarse del castigo. Claro, después él le pidió perdón y todo se aclaró.
En realidad el culpar a otros es una reacción propia del ser humano y no de ahora, desde el principio. Cuando Adán y Eva pecaron, quisieron evadir su responsabilidad. Adán culpó a la mujer, y la mujer culpó a la serpiente (Génesis 3).
Es tan fácil culpar a otros y no responsabilizarnos de nuestros actos, creyendo que así escapamos de las consecuencias. Puede que de un castigo temporal sí.
En el Salmo 51 vemos a David reconociendo sus pecados, haciéndose responsable por sus hechos. No culpa a otros. Una vez más, David nos da un ejemplo de reconocer sus faltas, sus pecados. Si lees todo el Salmo 51 vemos una confesión y arrepentimiento de pecado pide al Señor que lo limpie de su pecado (Salmo 51: 2). Esa es una evidencia de un corazón conforme al corazón de Dios. Que prontamente reconoce su pecado delante de Dios y se arrepiente. La Biblia dice que el que encubre sus pecados no prosperará (Proverbios 28: 13)
Sólo cuando reconocemos, pedimos perdón surte efecto la acción perdonadora de la sangre de Cristo (1 Juan 1:9)
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