Tenemos una misión
Mateo 28: 18
Hace años había una serie de televisión muy popular que se llamaba Misión Imposible, donde unos agentes secretos, en plena guerra fría, recibían una cinta magnética y una carpeta con toda la información acerca de la misión que debían cumplir, la cinta siempre iniciaba con la frase: “tu misión, si decides aceptarla” y al finalizar se autodestruía.
Nosotras también tenemos una misión que realizar, Jesús, antes de ascender al cielo, les encomendó a sus discípulos lo que conocemos como la gran comisión: llevar el evangelio a otros y hacerlos discípulos de Jesús, enseñándoles lo que Él nos enseñó (Mateo 28: 18 – 20). A diferencia de los agentes de la serie televisiva, nosotras no tenemos opción de elegir si aceptamos o no la misión, es un mandato, al leer nos podemos dar cuenta que el verbo está en imperativo, una orden que debemos obedecer.
Esta misión es para cada una de nosotras, a veces creemos que necesitamos un llamado especial a otros países, a otras etnias, o es sólo para los líderes y pastores, pero no es así. Hay muchas personas a nuestro alrededor que necesitan escuchar de Jesús, puede ser tu familia, vecinos, compañeros, etc. Debemos compartirles el evangelio.
Además puedes orar por misioneros que están en otros lugares, puedes orar por otras naciones, puedes aportar para misiones. Todas esas son formas de cumplir con nuestra misión.
Que gustosas no podamos tomar en serio nuestra misión de llevar a otros las buenas nuevas de salvación.
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