Nuestro Refugio
Salmo 90: 1 – 2
Tengo un amigo que es misionero en el medio oriente, una región bastante convulsionada por las guerras y los ataques terroristas. Nos cuenta él que precisamente por tanta convulsión existen unos refugios en los que pueden guarecerse cuando hay peligro. En estos días, debido a un bombardeo este misionero tuvo que ir hasta un refugio, donde pudo estar a salvo. Había muchas personas junto a él y su familia, allí se sentían seguros.
Recordemos que un refugio es un lugar con techo y paredes fuertes que ofrece una buena protección, donde pueden resguardarse, de allí la importancia de contar con lugares cuando hay amenazas y peligros contantes. Meditaba en lo que para los habitantes de estos lugares puede llegar a significar un lugar de refugio como estos, en donde pueden sentirse seguros y salvos hasta que pasa el peligro. Ellos ya están habituados que cuando suenan las alarmas corren a refugiarse.
En el Salmo 90, Moisés declara que Dios es su refugio, y no cualquier refugio: un refugio eterno. Que maravillosa confianza experimentaba Moisés al sentirse tan confiado, que cuando había situaciones amenazantes, podía correr a la roca eterna.
El favor y la protección de Dios son el único descanso seguro y el confort del alma en este mundo lleno de maldad y perversión. Contamos con el Dios y eterno y poderoso creador de todo lo que existe para guarecernos cuando llegan los peligros y tormentos.
Los salmos están llenos de declaraciones de confianza en el Señor en momentos de dificultades y peligros. Que nuestra confianza sea igual a la de David que dijo: “En Dios solamente está acallada mi alma; de El viene mi salvación. El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio no resbalare mucho” Salmo 62: 1 - 2
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