Dueñas de nada
1 Corintios 4: 2
Una balada muy popular de los años ochenta se titulaba "dueño de nada". Recordé el título de esa canción porque, aunque a veces nos creemos dueñas de todo, en realidad somos dueñas de nada.
Dueñas de nada porque solo somos administradoras de lo que poseemos, una especie de mayordomas. Un mayordomo es alguien que es puesto sobre los bienes de otra persona para que los administre, puede disponer de ellos porque se ha dado esa potestad, pero no debe olvidar que no le pertenecen, no es dueño de aquello que administra. Si el dueño le pide cuentas debe estar dispuesto a entregarlas.
Dios es el dueño absoluto de todo, incluso de nuestras vidas. No nos pertenecemos a nosotras mismas. Y así como el mayordomo debe rendir cuenta de su mayordomía, así nosotras debemos presentar un balance del uso que le hemos dado a lo que tenemos, en otras palabras, a lo que se nos ha encomendado. Todo lo que poseemos lo hemos recibido, nunca lo olvidemos.
Piensa en lo que tienes, empezando por el don de la vida. ¿Qué cosas posees? Míralo como una asignación que tienes que cuidar y hacer buen uso de cada uno de esos recursos. Cuando lo miramos así seremos cuidadosas de cómo lo manejamos.
La Biblia expresa que es necesario que el mayordomo sea hallado aprobado, es decir, que cumpla cabalmente con su labor y rinda buenas cuentas de si mayordomía, sea hallado fiel (1 Corintios 4: 2)
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