Vivir dependiendo de Dios
Salmo 37: 5
Hubo una época en mi vida en la que a menudo me sentía exhausta por decirle sí a todo, decidida a demostrarle a Dios y a los demás mi valor y devoción. La lista de cosas por hacer tuvo más importancia que las necesidades de mi alma, ya que me concentré en hacer todo lo que pensé que debía hacer para Dios, para que la vida fuera tal como estaba planeada.
Había asumido que no podía darme el lujo de pasar tiempo con Dios, pensando que tenía demasiadas responsabilidades importantes como para estar quieta ante Él. Cuando le apartaba tiempo, lamentablemente, mi prioridad era pedirle que me ayudara con todo: la maternidad, el cuidado del hogar, ministerio, etc. Con cierta vergüenza, le pedía que me perdonara por no haberle dado más. Sin embargo, no tenía más para dar porque mis propias fuerzas se habían agotado. Esta forma de pensar me mantuvo enfocada en mí misma. Vino el afán, y he aprendido que Dios no siempre interviene de inmediato cuando nos esforzamos a este ritmo. A veces nos da lo que creemos que queremos para que finalmente descubramos lo que verdaderamente necesitamos.
Esta es la forma en que Dios lucha por los lugares en nuestro corazón a los que nos hemos rendido En su misericordia, Dios comenzó a mostrarme que mi afán, en realidad, me estaba impidiendo vivir mi identidad dada por Él como Su amada. Una identidad que ofrece descanso, que nos impulsa a confiar en Él de todo corazón y a vivir de Su fuerza en lugar de la nuestra. Como dice el Salmo 37: 5 “Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará.”. ¡Qué hermoso, que a medida que nos rendimos y confiamos en Él, se manifiesta a nuestro favor y hace lo que sólo Él puede hacer en nosotras, a través de nosotras y por nosotras!
Princesas, vivir dependiendo de Dios nos quita la carga, el estrés y el afán y nos devuelve el gozo de conocer a Dios y amarlo. Él dijo que, si le encomendamos todo lo que hacemos, ¡nos ayudará! Si encontramos nuestro gozo en Él, cumplirá nuestros deseos más profundos.
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