Testimonio público
Lucas 8: 16
En este pasaje podemos notar la importancia del carácter cristiano, recuerda que el carácter es aquello que no define. Una pregunta que podemos hacernos es ¿ven otras personas nuestra fe o la ocultamos para que nadie se dé cuenta que somos diferentes? Aun cuando nos parezca difícil confesar nuestra fe en Cristo, no debemos tomar el hablar de Él como una obligación o un deber sino como un privilegio. Nunca debemos avergonzarnos de ser cristianas (Mateo 10: 32).
Cuando encendemos una lámpara es para que su luz brille y sea visible, por eso es tan importante que la luz de Cristo que está en nuestros corazones alumbre a todos los que nos rodean. Cuando vivimos de acuerdo a Su Palabra, somos esas lumbreras en medio de las tinieblas. Las enseñanzas de Cristo nos alumbran y deben salir para ser conocidas, entendidas y expresadas con claridad a través de nuestro testimonio. Es nuestro actuar el que les dirá a los demás lo que Dios puede hacer en sus vidas.
No podemos esconder lo que somos, tarde o temprano sale a la luz, por eso nuestro corazón y su condición se revelan a la luz de la Palabra de Dios. Aunque tratemos de ocultar las cosas a los demás, a Dios es imposible ocultarle algo, porque Él conoce los secretos más profundos de nuestro corazón, lo más íntimo de nuestro ser (Salmo 44: 21).
Cuando la luz de Jesús ilumine de verdad nuestras vidas tendremos la responsabilidad de brillar en todo lugar para ayudar a otros. Recuerda que este mundo está en completa oscuridad, y él que está en oscuridad tropieza y cae; allá fuera hay muchísimas personas esperando que le llevemos esa luz. Que nuestro carácter hable fuerte de Dios, Él es luz, por eso nuestras vidas deben ser luz para otros. Somos hijas de Luz (Efesios 5: 8) y la Biblia nos exhorta a vivir como tal, que andemos como hijas de Luz, no participando de las obras infructuosas de las tinieblas, sino reprendiéndolas.
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