El orgullo
Proverbios 16: 5
El orgullo no es necesariamente una cosa mala. Tener algo de orgullo por la habilidad y el talento que Dios nos ha dado es necesario para la salud mental balanceada. Para una buena ya adecuada autoestima (el concepto adecuado que debo tener de mí misma).
Pero el orgullo, puede resultar el más serio de los pecados. Sin la influencia compensadora de una gran dosis de humildad, el orgullo tiende a convertirse en arrogancia, vanagloria, presunción, egoísmo – y un sinnúmero de rasgos nocivos aborrecibles a Dios (y detestables a los demás) –. El orgullo no me permite reconocer que lo que soy y poseo se lo debo a Dios. Como el escritor de Proverbios 16: 5 señala: “Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; ciertamente no quedará impune".
Según Proverbios 6: 16, “Seis cosas aborrece Jehová y aún siete abomina su alma”. Y encabezando la lista está precisamente el orgullo. Es bueno que tengamos en cuenta el gran precio de la altivez, personajes como el rey Nabucodonosor sufrieron las graves consecuencias de su orgullo (Daniel 4: 30 – 33). Precisamente está allí para recalcar la gravedad de un corazón arrogante.
¡En tu corazón sólo hay espacio para uno! Dios debe tener ese lugar, que la arrogancia no lo quite de Su trono. Reflexionemos ¿Quién está sentado en el trono de nuestro corazón?
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