Denles ustedes de comer
Marcos 6: 37
La alimentación de los 5.000 es una historia muy conocida (Marcos 6: 30 - 44). Si leemos con atención, los hechos que ocurrieron justo antes pueden llamarnos la atención. Jesús envió a sus discípulos en una misión: Los doce salieron y enseñaban, expulsaban demonios y sanaban enfermos. Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho. Como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús les dijo: Vengan conmigo a un lugar tranquilo y descansen un poco. (Marcos 6:12-13, 30-31)
Estoy segura de que los discípulos estaban esperando ese descanso. Pero justo cuando los discípulos encontraron un lugar cómodo para dormir, la multitud los encontró. La Biblia dice que Jesús tuvo compasión por la gente y comenzó a enseñarles (Marcos 6: 34). Curiosamente, el pasaje no dice si los discípulos sintieron simpatía por la gente. Bueno, al menos no tenían que hacer nada, o eso pensaban. Después de que Jesús terminó de enseñar a la multitud, era tarde, era la hora de la cena. Luego, les dice lo impensable a los discípulos, Denles ustedes mismos de comer (Marcos 6: 37).
Pongámonos en el lugar de los discípulos. Yo me hubiera preguntado ¿Por qué Jesús me pide esto? ¿Él quiere que haga esto, me incomode a buscar comida? Puede que Jesús no me esté pidiendo que alimente a una multitud, pero también he tenido mis propios momentos de: Denles ustedes mismos de comer.
Estas oportunidades se han disfrazado como interrupciones no deseadas de mis planes: alguien que necesitaba ayuda en un momento inoportuno, alguien que quería hablar cuando yo estaba ocupada, etc. Cuando siento que no me queda nada para dar, Dios lo hace. Esto es algo hermoso de la vida cristiana. Cuando somos débiles, Él es fuerte. Cuando Dios nos pide algo, solo tenemos que decir “sí”. El resto depende de Él, y es entonces cuando puede suceder lo sorprendente si estas dispuesta a incomodarte y actuar.
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