El Señor es Rey
Salmo 110: 1
El primer versículo del Salmo 110 es uno de los más frecuentemente citados en el Nuevo Testamento. Por lo menos se encuentra alrededor de 12 veces. Por ejemplo lo encontramos citado en: Mateo 22: 44; Hechos 2: 34 – 35; Marcos 12: 36, 1 Corintios 15: 25.
Después de leer el salmo, entenderás por qué los autores del Nuevo Testamento ponen tanto énfasis en este versículo. En él David, rey de Israel, habló de otro Rey como su Señor. David, gobernante de una nación, humildemente reconoció el señorío del gobernante de todas las naciones. “Jehová (Dios) dijo a mi Señor (Cristo); siéntate a mi diestra [privilegio del que no gozan ni aun los ángeles, Hebreos 1: 13], hasta que ponga a todos tus enemigos estrado de tus pies”. Aún tiene que tener lugar una rendición final en la cual “se doble toda rodilla … y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor” (Filipenses 2: 10 – 11).
David con todo su poderío real, aprendió que había Otro en su vida que merecía el título de Señor. El, sin vacilar, reconocía al Rey soberano, pudo sin mayor dificultad rendirse y aceptar el Señorío de Dios sobre él. ¿Es así tu vida? ¿Has entronado a Jesucristo como Señor y Rey en tu corazón?
Esa es tal vez una de las cosas más complicadas para nosotras, someternos al Señorío de Jesús y dejar que el gobierne nuestras vidas. Queremos gobernarnos a nosotras mismas, la idea de un Señor es contraria a nuestra naturaleza. Sin embargo si has aceptado a Jesús como salvador, es necesario que lo aceptes como Señor y único Rey y soberano de tu vida.
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