Aferradas de Dios
2 Reyes 18: 3
La historia del rey Ezequías se encuentra en 2 Reyes 18. Se dice de él que hizo lo correcto delante del Señor. Durante su reinado se llevaron a cabo numerosas reformas religiosas que eran necesarias, los reyes que le antecedieron permitieron la idolatría y no buscaron al Señor. Por eso entre las reformas que realizó estuvieron: quitar los lugares altos donde quemaban incienso, quebrar las imágenes que el pueblo adoraba.
Ezequías fue un rey justo, exitoso y próspero, sin embargo, lo más destacable es que fue un hombre aferrado a Dios, y ese fue el secreto para su despertar espiritual que trajo como consecuencia una transformación en su pueblo.
Él tuvo un compromiso con Dios muy sincero, eso lo llevó hacer lo correcto delante del Señor, como lo hizo su antepasado, el rey David, de quien el mismo Dios dijo que tenía un corazón conforme al suyo. El permaneció agarrado de Dios.
Pareciera que estar agarradas fuera algo fácil, pero el ser humano tiende a ser independiente. Comenzamos a depender de nosotras mismas y nos soltamos de la mano del Señor. Aprendamos de Ezequías a realizar los ajustes necesarios en nuestras vidas para dejar todo aquello que nos impide buscar y depender cada día del Señor.
Mantengamos una ferviente vida de oración, quitemos todo aquello que pueda ser un ídolo en nuestro corazón y que ocupe el lugar que debería tener Dios en El.
Cuando queramos soltarnos de Su mano, recordemos lo que dijo Jesús: “separados de mi nada podéis hacer” (Juan 15: 5)
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