¿Ansiosa?
Filipenses 4: 6 – 7
Los sicólogos han catalogado la ansiedad y la depresión como enfermedades en aumento, casi como epidemia, que inciden directamente en la salud física de quienes la padecen.
Las personas que sufren de depresión pueden expresarlo con llanto frecuente, aislamiento, nada les causa interés, y terminan deprimiéndose más. El estado de ansiedad lleva a estrés, alteraciones del metabolismo, entre otras cosas. Son muchas las cosas que pueden ocasionarnos alto grado de depresión o ansiedad: pérdidas, deudas, difíciles situaciones económicas o familiares.
La verdad es que todas tenemos circunstancias que pudieran ocasionarnos alto grado de ansiedad. De allí que debemos aprender a manejar esas situaciones para no vernos afectadas en nuestra salud física o mental. Si entendemos que de nada vale preocuparnos o llenarnos de ansiedad, en realidad no ganamos mucho con eso. Jesús nos enseñó a que llevemos totalmente nuestras necesidades y dificultades delante de Dios. Él nos recordó que Dios, como buen Padre, tiene cuidado de nosotras y provee cada una de nuestras necesidades (Mateo 6: 25 - 34)
En su carta a los Filipenses, Pablo, nos enseña que debemos hacer cuando quiere venir a nosotras la ansiedad. El escribió: “ Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, en acción de gracias” (Filipenses 4: 6 – 7) La oración es el antídoto perfecto para la ansiedad y el afán. Notemos que dice que por nada estemos afanosas, allí incluye las deudas, los problema familiares, lo incluye todo.
En realidad no es tan fácil como parece, queremos tener el control de todo y cuando se nos escapa algo de control, nos desesperamos. Debemos recordar que sólo a Dios no se le escapa nada de control. Así que lo mejor que podemos hacer es orar y descansar en que El cuida de nosotras.
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