Tesoros eternos
Mateo 6: 19 – 21
¿Alguna vez has visto algo que se haya comido la polilla o el comején? En realidad quedan inservibles. Me ha pasado que he guardado libros y documentos durante mucho tiempo y si no he tenido la precaución de revisar a tiempo, y hay polilla o comején, cuando los voy a ver están desechos. En realidad son muy dañinos y se comen, no sólo el papel, sino también la tela, la madera pueden acabar con muebles o ropa, incluso zapatos. En estos días boté un libro de cuentos muy hermoso que guardaba desde niña y tenía un significado especial para mí. Cuando vi a ver estaba todo comido por la polilla, ya no podía hacer nada, me había dado cuenta demasiado tarde.
Pensando en esto recordé cuando Jesús les dice a sus discípulos que no hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe y donde los ladrones minan y hurtan. En realidad todo aquí es tan efímero, nuestros preciados tesoros, pueden ser robados o pueden dañarse y terminar en la basura. Todos los tesoros que hagamos en esta tierra, sean cuan fueren, están destinados a perecer.
Jesús nos exhorta a que hagamos tesoros en los cielos, donde la polilla, ni el orín corrompen, ni ladrones minan ni hurtan. Esos tesoros son los que debemos esforzarnos en obtener. Dios desea que valoremos las cosas espirituales: los dones espirituales, el fruto del Espíritu, el servicio en la obra de Dios, la misma salvación de nuestra alma, deben ser los mayores tesoros que valoremos y que nada nos podrá quitar. Deben ser nuestras prioridades.
Jesús advierte que dónde está nuestro tesoro, allí estará nuestro corazón. ¿Dónde está nuestro corazón?
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