02 de Agosto de 2019
- Princesas y Guerreras
- 2 ago 2019
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 12 jun 2021
Una operación necesaria
Ezequiel 36: 26 – 27
El diagnóstico que Dios hace del corazón humano es que es un corazón malvado y perverso (Jeremías 17: 9). De eso no se escapa nadie, es un problema generalizado, es parte de nuestra naturaleza pecaminosa con la que nacemos. Nuestro corazón además, de perverso, también es un corazón duro como piedra, como nos lo dice Ezequiel 36: 26 – 27.
Antes ese panorama un tanto desolador, Dios mismo dice que es necesario hacer un cambio, tomar ese corazón duro y de piedra y cambiarlo por un corazón nuevo de carne. Así como en la medicina es común el trasplante de órganos como: hígado, corazón, riñón, etc., espiritualmente debemos recibir un trasplante de corazón.
Este nuevo corazón nos permitirá ser más compasivas con los demás, un corazón que sea perdonador, que ame a los demás y sobre todo que ame a Dios. Un corazón blando y de carne que cumpla su voluntad y lo obedezca sin reparo, que ame su palabra y ande en sus caminos
Sólo Jesús puede cambiar ese corazón de piedra en un corazón como el suyo. El quiere operar ese cambio es cada una nosotras. Su gracia renovadora puede transformarnos, por nosotras mismas jamás podremos operar ningún cambio significativo en nuestras vidas. El puede limpiarnos, perdonarnos, darnos un corazón y un espíritu nuevos que puedan agradarle.

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