Hablando con sabiduría
Efesios 4: 29
¿Has oído a alguien que sólo habla de manera soez, negativa o quejándose en todo momento? En realidad es muy molesto, por eso tratamos de evitar esas personas, resultan muchas veces ofensivas o incluso deprimentes.
Una de las esferas que más problemas puede ocasionarnos en nuestro diario vivir es la lengua, bien lo expresó Santiago, nos cuesta dominarla (Santiago 3: 8- 9). Con nuestra boca podemos decir cosas que no debemos, que ofenden o desaniman y terminar hiriendo a otros.
La Biblia dice que nuestras palabras deben ser llenas de gracia y que edifiquen a los que nos oyen, desechando toda palabra corrompida de nuestra boca (Efesios 4: 29). En realidad una mujer cristiana debe diferenciarse por su forma de hablar.
La mejor manera de estar seguras de que es bueno lo que sale de nuestra boca, es poner pensamientos en nuestro corazón que sea buenos. De la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12: 34). Si llenamos nuestro corazón con la verdad y el amor de Dios, eso es lo que saldrá. Lo haremos si la Palabra de Dios llena nuestros pensamientos. Si pensamos en todo lo verdadero, respetable, justo, puro, amable, digno de admiración, excelente que ella nos trasmite (Filipenses 4: 8).
Si queremos expresar palabras que traigan sanidad, edificación, ánimo, consuelo y amor, pidamos la ayuda de Dios para lograrlo. Es peligroso decir todo cuanto se no venga a la mente, a menos que lo que llene nuestra mente sea bueno.
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