No hay peticiones pequeñas
Marcos 5: 24 - 25
Jesús era experto en tomar en cuenta a aquellos que menos esperaban ser vistos, nunca estaba demasiado ocupado para prestar atención a los que lo rodeaban. Vivía alerta. Volvía Su atención a lo que parecía ser una petición pequeña. Jesús no trataba de hacer grandes cosas. Él se preocupaba por hacer lo correcto. Y a menudo para Él, lo correcto era fijarse en un alma. Marcos 5 registra dicha escena para nosotros. Una multitud seguía a Jesús. De repente, frente a Él estaba de pie, Jairo, el gobernante de la sinagoga con una petición bastante desesperada. Su hija se estaba muriendo y anhelaba que Jesús la sanara.
Por supuesto, Jesús estuvo de acuerdo. Su decisión no ocasionó mucho alboroto. Lo que estaba a punto de hacer no atrajo mucho la atención Simplemente nos dice en Marcos 5:24, Jesús fue con él a pesar de que el versículo también nos dice, Y lo seguía una gran multitud y lo apretujaban. La multitud no impidió que Jesús ayudara al individuo frente a Él. En la multitud había una mujer que había sufrido durante 12 años flujo de sangre y no había podido ser sana. Se acercó a Jesús en la multitud y tocó Su manto, pensando: Si sólo toco Su manto, seré sana (Marcos 5:28). Su toque no escapó la atención de Jesús. Él nuevamente respondió a alguien que estaba frente a Él, diciéndole que su fe la había sanado
La forma en que Jesús se tomó el tiempo, mientras estaba en medio de una multitud de personas para notar y satisfacer las necesidades de esa mujer, una necesidad aparentemente de una “persona insignificante”. Ella no era importante como Jairo, el gobernante de la sinagoga. De hecho, ni siquiera nos dicen su nombre. Sin embargo, ella era importante para Jesús.
Jesús nos llama a detenernos y fijarnos en alguien. Sea para dar un toque especial que pueda sanar un corazón o pueda animar un alma cansada ... o cambiar una vida.
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