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Foto del escritorPrincesas y Guerreras

19 de Abril del 2021

Actualizado: 21 jun 2021


La sencillez de la oración



Lucas 11: 1


Se nos ha enseñado que “la oración es simplemente hablar con Dios”. Bueno, si eso es todo, entonces ¿por qué muchas veces nos resulta tan difícil? Durante años, creí que mis oraciones no eran “lo suficientemente buenas” para los oídos de Dios, hasta que encontré nuestro versículo clave, Lucas 11:1, “Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. Jesús recién terminaba de orar y sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar.

Fíjate en dos cosas acerca de esa petición: primero, ellos también deseaban comunicarse con Dios a través de la oración; y, en segundo lugar, sabían que necesitaban orientación.

Aunque la oración puede ser tan simple como hablar con Dios, también es una habilidad que se aprende; eso lleva tiempo, trabajo y práctica. De todas las cosas que podrían haberle pedido que les enseñara; cómo sanar, cómo enseñar, cómo realizar milagros extraordinarios, le pidieron a Jesús que les enseñara cómo orar. Obviamente, los discípulos se dieron cuenta de que había un vínculo vital entre la oración y el ministerio, y que debían aprender a orar.

Para enseñarles a orar Jesús dio a los discípulos (¡y a nosotras!) el Padre Nuestro. Por lo tanto, asumí que al repetir las palabras del Padre Nuestro una y otra vez, mi vida de oración se transformaría y todos los “asuntos” serían resueltos, después de todo era un modelo.

Estaba equivocada, en realidad la actitud de nuestro corazón hacia el Señor es más importante que nuestras palabras, por eso no debemos complicar nuestra vida de oración. Jesús nos enseñó a acercarnos a Dios con la libertad que un hijo se acerca a su padre y entablar así una conversación, un diálogo.



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