Frente a la oscuridad
Isaías 9: 2
A mediados de la década de 1960, dos personas participaron en una investigación sobre los efectos de la oscuridad en la psiquis humana. Entraron en dos cuevas, mientras los investigadores monitoreaban sus hábitos de alimentación y sueño. Una permaneció en oscuridad total durante 88 días, y la otra, 126. Cada una estimó cuánto había estado a oscuras, y ambas erraron por meses. Una pensó que había dormido una breve siesta, cuando en realidad fueron 30 horas. La oscuridad desorienta, desubica.
El pueblo de Dios se encontró en la oscuridad del inminente exilio, desconociendo qué ocurriría, todo como consecuencia de la desobediencia. El profeta Isaías usó la oscuridad como una metáfora de su desorientación y una referencia al juicio de Dios (Isaías 8:22).
Pero llegaría una luz: «El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos» (Isaías 9:2). La opresión sería detenida y la desorientación acabaría. Un Niño vendría a cambiar todo y establecer un nuevo día: un día de perdón y libertad (v. 6).
¡Y Jesús ciertamente vino! Aunque la oscuridad del mundo pueda desorientar, no dejemos de experimentar el consuelo del perdón, la libertad y la luz que se encuentra en Cristo. Él es la luz del mundo, la luz verdadera que alumbra nuestro ser.
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