Un examen que debemos hacernos
Salmo 139: 23 – 24
Vivimos tan a las carreras, tan aceleradamente que muy pocas veces hacemos un alto en el camino para evaluar nuestra vida, para reflexionar en lo más profundo de nuestro ser, por consiguiente seguimos cometiendo los mismos errores una y otra vez, seguimos cargando con culpas del pecado que pueden llegar a atormentarnos.
Qué bueno que de vez en cuando podamos volver nuestra mirada hacia nuestro interior y con el lente del Espíritu Santo, mirar la condición de nuestro corazón y de nuestra alma. Solamente en Su presencia podemos conocer si en nosotras hay camino de perversidad y sólo Jesús puede guiarnos en el camino eterno.
Esa es la oración del salmista que el Señor le muestre si hay errores o pecados, que incluso él pueda desconocer, por eso David dice ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos (Salmo 19: 12)
David abría su corazón para ser examinado, pues sólo Dios sabe y muestra lo que hay en él y nos ayuda despojarnos de toda maldad. No llegaba con pose de perfección o como quien no tiene ningún error, por el contrario se desnudaba delante del Señor, sin ningún tipo de temor. Dejaba que el Señor hiciera una radiografía del estado de su alma y cuando era necesario reconocía su error y pedía perdón, por eso Dios lo consideró un hombre conforme a Su corazón, porque sabía reconocer sus pecados y fallas y se ponía a cuentas con Dios, esto demuestra alguien humilde que reconocía su dependencia del Señor, pero ante todo alguien que amaba a Dios y deseaba agradarle y obedecer Sus mandatos.
En realidad no es fácil reconocer nuestros propios errores y menos cuando creemos que no los tenemos, por eso Dios es quien debe examinarnos y revelarnos lo que a Él le desagrada. Que al igual que David podamos llegar con sinceridad y humildad delante de Dios dejando que Él nos examine y que podamos reconocer y dejar aquello que a Él no le agrade.
Comments