El sustento de un Padre
Deuteronomio 8: 16
En el capítulo 8 del libro de Deuteronomio encontramos a Moisés haciendo al pueblo de Israel un recorderis de todo lo que Dios hizo por ellos durante su travesía por el desierto. Si bien, fueron 40 años duros hacía la tierra prometida, en todo momento ellos pudieron ver el sustento y el cuidado de Dios.
Él les proveyó agua en el desierto, comida y todo lo necesario, aún dice que su vestido y calzado no se envejeció (Deuteronomio 29: 5). El propósito de Dios era darle a Su pueblo todo lo que ellos necesitaban, Él se hacía responsable de ellos, como un padre de sus hijos. Debían saber y confiar en que Él les daría todo lo necesario, que nada les faltaría.
Él los había sacado de Egipto y no los iba a dejar en orfandad en medio de su viaje a la tierra prometida. Lo vemos una y otra vez como los guardaba y proveía de manera sobrenatural, en verdad es algo que no deja de sorprendernos. A pesar de eso, el pueblo se caracterizó por quejarse ante cada dificultad, por falta de agua, de comida, etc. Israel demostró falta de fe y no habían entendido que estaban en las manos del Padre celestial. Su actitud era de desconfianza y siempre contendió con Dios, cuestionó incluso que los hubiera sacado de Egipto, aunque allí eran esclavos.
Jesús nos enseñó a llamar a Dios: Padre (Mateo 6: 9) y que debemos tener la certeza que Él nos sustenta. El Dios que ayer nos ayudó y proveyó para nuestras necesidades hoy, lo hará y mañana también, podemos tener esa absoluta confianza. Él es un Padre bueno y perfecto y la Biblia nos dice todo don perfecto viene de Él (Santiago 1. 17). Aunque, como el pueblo de Israel, podamos estar pasando dificultades y tengamos necesidades, podemos confiar en el cuidado y sustento del Padre celestial, Él nunca nos fallará ni nos desamparará.
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