En tus manos están mis tiempos
Salmo 31: 15
Hay un cuento infantil que trata de un príncipe de alrededor de 14 años, a quien le hacen un regalo muy especial. Se trata de una bobina de hilo mágica, y en la medida que va desenrollándola puede ir viendo lo que ocurrirá en su futuro. La única advertencia que le hicieron fue que una vez que desenrollara la bobina, no podría volver a enrollarla, es decir, que ese tiempo transcurrido de su vida no se repetiría.
El príncipe empezó a desenrollar la bobina para ver algunos episodios de lo que ocurriría en su vida. Primero lentamente, pero después pudo más la curiosidad y quiso saber con quién se casaría, si tendría hijos, etc., estaba fascinado y siguió desenrollando la bobina, pronto se vio a sí mismo gobernando y más pronto aún se vio anciano y a punto de morir. Se angustió, pero ya no podía hacer nada.
Si bien es una historia ficticia, muestra bien la curiosidad que como seres humanos tenemos por lo que será el mañana, seguramente si todas tuviéramos la oportunidad de ver lo que nos sucederá lo haríamos. Muchas veces el mañana se convierte en una constante de fijación y preocupación, y nos perdemos de vivir el presente. Jesús dijo que no debíamos preocuparnos por el mañana porque cada día trae su propio afán (Mateo 6: 34)
La razón por la que no debemos preocuparnos, ni obsesionarnos por lo ocurrirá mañana, es porque nuestros tiempos están en las manos del Dios, así lo entendió el salmista David (Salmo 31:15) . Esa es una razón poderosa y más que suficiente para descansar en Él. También debemos tener la certeza que el mismo Dios que nos ayudó ayer, nos ayuda hoy, es el mismo que nos ayudará mañana. Nunca lo dudes tu vida está en Sus poderosas y amorosas manos.
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