A la forma de Dios
1 Crónicas 15: 2
En el primer libro de las Crónicas en el capítulo 13 encontramos al rey David intentando llevar el arca de Dios a Jerusalén. Consideraremos varios aspectos que podemos destacar aquí.
David tenía “luz verde” de parte de Dios para trasladar el arca a Jerusalén. El rey iba delante de una gozosa y multitudinaria procesión, de repente la alegría fue interrumpida por el enojo de Dios.
Consideremos la escena, David construye un carro para transportar el arca, entonces un bache en el camino, una sacudida del carro donde iba el arca, un ademán temerario de Uza, y lo que comenzó como una alegre procesión, terminó como un cortejo fúnebre, con la muerte de Uza. Todo porque David pasó por alto la instrucción clara de Dios en Números 4: 15, en cuanto a la manera de transportar el arca, no debía trasportar así el arca y mucho menos tocar las cosa sagradas. Dios había dicho como debía hacerse, no como le parecía a David. Su motivación era correcta, pero la manera en que realizó la acción no lo era.
La lección es clara: La acción correcta hecha con motivación correcta, pero realizada en la forma incorrecta produce consecuencias catastróficas. Pasan tres meses antes que el traslado se complete. Pero cuando David lo hace de manera correcta, el arca es al fin establecida en Jerusalén, y David dirige al pueblo en una fiesta nacional de celebración al Señor.
¿Qué de nosotras? ¿Estamos haciendo las cosas correctas, con la motivación correcta, y en la forma correcta? Hazte estas dos preguntas (1) ¿Son mis motivos correctos al hacer lo que hago? (2) ¿Hago la obra de Dios a la manera de Dios o a mi manera? Responde con sinceridad esas dos preguntas, de ello dependerán los resultados que obtengas.
Es muy fácil pensar que nuestras motivaciones y acciones son correctas, deja al Señor que las pese.
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