¿Juzgar, No?
Mateo 7: 1
Una vez había un anciano viajando en tren con su hijo. Durante el viaje el hijo estaba emocionado, no hacia otra cosa que comentar sobre el azul del cielo, el verde de los árboles, etc. En un tramo de la travesía comenzó a llover y en vez de cerrar la ventana, la dejó abierta y le decía al papá lo maravilloso que era poder ver caer la lluvia.
Los demás pasajeros del tren se mostraron molestos e incómodos por esa actitud, hasta el punto que uno le dijo al papá que su hijo estaba de clínica de reposo, que ya su hijo era mayor para tolerarle esa actitud un tanto infantil. A lo que el papá les dijo: mi hijo tiene 38 años y nació ciego, ayer salió de la clínica, lo operaron para que pudiera ver y es la primera vez que puede ver todo lo que rodea, se pueden imaginar la emoción que siente. Los demás pasajeros bajaron la cabeza sintiéndose mal y avergonzados por la actitud. Que habían tenido con el anciano y su hijo.
Muchas veces somos como esos pasajeros, sin saber las circunstancias que los demás están pasando, somos muy ligeros para emitir juicios. Recuerda nadie nos ha puesto como jueces. Mateo 7: 1 es muy claro cuando dice que no juzguemos. Además debemos primero sacar de nuestro ojo, lo que nos empaña la visión, para poder ver con claridad y poder sacar el sucio que otro pueda tener (Mateo 7: 3 – 5)
Somos muy dabas a juzgar, cuando tengamos ese deseo recordemos que no somos jueces de nada, ni de nadie, más bien tengamos compasión y pensemos un poco por lo que pueda estar pasando esa persona ante de lanzar juicios a priori.
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