El pecado contamina nuestra tierra
Isaías 24: 4 – 6
En las últimas décadas se ha incrementado las organizaciones que buscan “salvar al planeta” del deterioro ambiental del que ha sido víctima y cada vez se hace más evidente. Organizaciones, como Green Peace, buscan crear conciencia del cuidado que le debemos al medio ambiente.
Si vemos el estado de nuestro planeta no es otra cosa que resultado del estado espiritual del hombre. Dios hizo todo perfecto y entregó a Adán y Eva un mundo perfecto y le dio la responsabilidad de cuidarlo. Cuando el hombre peca todo el equilibrio existente se pierde y por supuesto nuestro mundo también se vio afectado, recibió directamente las consecuencias del pecado, estaba sometido a un hombre caído.
La ambición del ser humano ha llevado a la explotación indiscriminada de los recursos naturales. Dios autorizó al hombre a usar los recursos que la naturaleza le ofrecía, pero de manera moderada, sensata. ¿Y qué hemos hecho? Nada más lejos de un uso mesurado y sabio, cada vez se explotan más y más recursos, a tal grado que algunos ya desaparecieron y otros están por desaparecer.
La deforestación de los bosques y el cambio climático, entre otros, no es otra cosa que el resultado de la mala administración que se ha hecho de la naturaleza. Esto nos muestra una vez la condición del hombre, de su egoísmo, de su desbordado interés por lo material, lo mal administrador que es; del pecado que hay en el corazón.
La tierra gime con dolores de parto y por más campaña que hagamos para su conservación, lo que urge es un cambio en el corazón humano y allí sólo Dios puede intervenir.
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