Reconocimiento y aceptación
Colosenses 3; 24
Creo que todas tenemos corazones que, de alguna manera, anhelan el aplauso de los demás, especialmente en esta época de redes sociales, donde se busca afanosamente el reconocimiento y la aceptación.
Las palabras del apóstol Pablo en Colosenses 3:23 y 24b deben cambiar nuestra perspectiva sobre la lucha por el aplauso humano, volviendo a enfocar nuestra atención del “qué”; al “quién”: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo … Ustedes sirven a Cristo el Señor.”
Nota que estos dos breves versículos señalan el “quién” cuando se trata de todos nuestros esfuerzos, ¡no una, sino dos veces! ¿Para quién trabajamos? El versículo 23 dice que trabajamos para el Señor y no como para nadie en este mundo. Y el versículo 24 resuena, Ustedes sirven a Cristo el Señor.
Cambiar mi perspectiva de trabajar para el Señor y cumplir con mis deberes cotidianos para Él, en lugar de cosechar elogios y el reconocimiento humano, me ha llevado a una comprensión más sana de mi necesidad de refuerzo positivo. Después de todo, el Señor nos creó a cada una de nosotras para ser extraordinariamente especiales. Lo que cada una de nosotras tiene es especialmente útil a los ojos del Señor, ya que fuimos creadas como parte del gran diseño de Dios, una creación admirable (Salmo 139:14).
El tipo de trabajo que hacemos, bien sea en una oficina o en el hogar, y la cantidad de reconocimiento humano que recibimos, no importa tanto como para quién estamos trabajando en nuestros corazones y la manera en que hacemos ese trabajo. Esto es verdaderamente liberador. Cuando Jesús estaba hablando y enseñando, algunas personas lo elogiaron, pero otras lo rechazaron. Su aprobación fue insignificante. Es realmente un regalo poder trabajar y disfrutar ese trabajo independientemente de la respuesta de los demás, porque ya hemos recibido el amor y la aceptación de nuestro Padre Dios.
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