La trampa de la comparación
Hebreos 12: 2
Tal vez te ha pasado como a mí y al observar las redes sociales, miramos algunas fotografías que reflejan una “vida perfecta” y muchas veces empezamos a compararnos e incluso llegamos a envidiar a los demás y sus vidas perfectas, que en su mayoría están lejos de serlo.
Creo que esto también le pasó a Raquel. La lucha de Raquel contra la esterilidad se vio agravada ya que veía los embarazos y partos de su hermana (la otra esposa de Jacob). El comentario de Raquel en Génesis 30:1, deja ver el impacto que esto le causó: “Viendo Raquel que ella no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana y decía a Jacob: ¡Dame hijos; o si no, me muero!”
Si bien los sentimientos de Raquel eran normales e incluso justificados, su lucha de comparación finalmente la atrapó. Las palabras de Raquel indican que aquello en lo que ella se obsesionó impactó su actitud. Sus celos fueron influenciados directamente por su visión. Raquel no vio que su enfoque necesitaba fijarse en Dios en lugar de Lea o Jacob. Desafortunadamente, los celos y la comparación la llevaron a pasar años compitiendo con su hermana. Perdió mucho tiempo que podría haber disfrutado de la vida que Dios le había dado.
Sin embargo, la vida de Lea estaba lejos de ser perfecta, a pesar de cómo Raquel la veía desde su perspectiva. Los hijos de Lea procedían de un matrimonio sin amor. Aunque bendecida con hijos, Lea tuvo que vivir sabiendo que su marido no la amaba. Así, vivió la vida a la sombra de Raquel.
Cuando nos obsesionamos con la vida de otras personas: no podemos ver sus dolores, ni los problemas que enfrenta. Aunque es de humanos mirar a otras personas y formar suposiciones sobre sus vidas, debemos darnos cuenta de que ninguna vida es libre de dificultades.
Jesús es nuestro antídoto contra la comparación y los celos, debemos fijar nuestra mirada en Él (Hebreos 12: 2) Enfocarnos en Él nos fortalece para vivir la vida que se nos ha dado, en lugar de enredarnos en la trampa de la comparación.
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