Ora hasta encontrar descanso
1 Samuel 1: 17
¿Cuántas veces llegamos con una carga delante del Señor y seguimos llevando su peso por mucho tiempo? En la Biblia tenemos el ejemplo de una mujer que supo descansar en el Señor, de igual manera, debemos orar hasta descansar.
En el 1 Libro de Samuel, capítulo 1, encontramos la historia de Ana, una mujer estéril que no sólo llevaba la vergüenza de su esterilidad, además su rival la atormentaba todo el tiempo. Esto convirtió a Ana en alguien triste y de espíritu amargado, deprimido, al punto de dejar de comer.
Pero un día ella decide ir al altar y dejar verdaderamente todo aquello que la agobiaba delante del Señor, después de llorar y desahogarse en la presencia de Dios. Ana mezcló las lágrimas con sus oraciones; consideraba la misericordia de Dios que conoce al alma atribulada. Dios nos da permiso, en oración, no sólo para pedir cosas buenas en general, sino para mencionar aquello que en especial más necesitamos y deseamos, de decirle cómo nos sentimos, podemos llorar confiadamente en su presencia. Ella hablaba quedamente, nadie la podía oír. Con eso testificaba de su fe en Dios que conoce el corazón y sus deseos, no necesitaba gritar, ni alzar su voz.
Ana se fue satisfecha. En oración ella había encargado su caso a Dios y el sacerdote Elí había orado por ella cuando entendió que no estaba ebria, como había creído en un principio. Ella se fue en paz, como le había dicho Elí (1 Samuel 1: 17). Que ejemplo tan hermoso encontramos aquí. Ana cambió su angustia y lamento por paz y su tristeza por gozo.
La oración es la calma del corazón. La oración suavizará el rostro; debe hacerlo así. Nadie seguirá sintiéndose desgraciado y atribulado por mucho tiempo si usa bien el privilegio de ir al trono de la gracia.
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