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Foto del escritorPrincesas y Guerreras

10 de febrero del 2021

Actualizado: 20 jun 2021


Deja que Dios tome el control



Salmo 46: 10


Todas tenemos nuestras preferencias. El problema ocurre cuando esas particularidades personales se fijan en nuestras mentes como la única manera de hacer las cosas y cruzan al terreno del control. El control es especialmente desagradable cuando priorizo mis preferencias por encima de mi cuidado por los demás. Es lo que pasa cuando reordeno el lavaplatos, murmurando en voz baja por la incapacidad de mi hijo de hacerlo correctamente. Es el impulso de hacerme cargo cuando mi hija no está doblando su ropa adecuadamente.

Es el resultado del exceso de trabajo y del estrés por no pedir ayuda o confiar en que otra persona hará lo que erróneamente creo que sólo yo puedo hacer. Por lo general, mis preferencias son inofensivas, pero a medida que se acumulan silenciosamente, pueden intensificarse. Muy pronto, me encuentro siendo exigente con algo más que las cosas cotidianas como la puntualidad y con la distribución de los cojines en el sofá. Instintivamente, mis ojos buscan y mis manos intentan atrapar más oportunidades para expresar mi manera. El control me hace sentir poderosa, y me gusta esa sensación. Me pone a mí y a mis grandes ideas a cargo, y ¡creo que mis ideas y yo somos bastante buenas! Me permite ser responsable de mí, y eso se siente mejor que confiar en otro.

Pero el control también puede hacer que lastime y desprecie a los demás y tome malas decisiones. El control asume que yo sé más, pero lo que Dios susurra (o a veces grita) es un conocer diferente. Él dice, Quédense quietos y reconozcan. ¿Reconocer qué? Reconocer que Yo soy Dios (Salmo 46:10).

Así que, me humillo, abro mi Biblia y encuentro una vez más el lugar que me corresponde. Renunciar al control nos recuerda que no estamos verdaderamente a cargo. Dejar ir la necesidad de hacer todo a nuestra manera deja espacio para que Dios obre a Su manera en nosotras. La vida con Dios es la mejor asociación, y es una lección grande e increíble de colaboración, consideración y renuncia al control. Esto es lo que conduce al descanso verdadero.



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