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Foto del escritorPrincesas y Guerreras

09 de Febrero del 2021

Actualizado: 20 jun 2021


Debo cargar mi cruz



Marcos 8: 34 – 35


Esta parte del evangelio de Marcos es una de las porciones que deberíamos tener más cerca del corazón y como centro de nuestra fe cristiana. Jesús nunca indujo a las personas a seguirlo con falsas promesas de prosperidad, tampoco ofreció un camino fácil, pero sí ofreció Su gloria. Decirle a alguien que debe estar dispuesto a cargar una cruz es decirle que su vida no va a ser nada sencilla, que tendrá que sufrir, renunciar y hasta perder cosas por causa de la fe, es quizás ser tratado como lo fue Jesús, incluso como un criminal condenado a muerte.

Implica dar totalmente nuestras vidas, energía, vitalidad, entusiasmo, emociones, motivaciones con generosidad, es decir, todo lo que somos. Cuando nos aferramos a nuestra vida la perdemos, pero cuando nos damos sin reservas, la ganamos. La vida sólo crece cuando es entregada. Por eso no podemos guardarnos la vida o decir que no vamos a amar o servir a otros, porque eso es lo que significa seguir a Cristo. Él no vino a hacernos la vida fácil, vino a modelarnos un ejemplo de servicio y entrega. Recordemos Mateo 20:26: “Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”. Jesús tiene derecho a pedirnos que asumamos una cruz, porque Él la llevó antes que nosotros. Nunca nos pediría algo que no pudiéramos soportar. El que quiere servirle debe ser capaz de decir como el apóstol Pablo: “Ya no vivo yo, más vive Cristo en mi”.

La vida, dinero, tiempo, afecto, habilidades, talentos, que ponemos al servicio de los demás se multiplican. Lo que sea que demos es lo que siempre volverá. La vida es un eco, lo que sembramos, eso cosechamos.



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