Se una madre que ora
1 Tesalonicenses 5. 17
Para nosotras, como madres, nuestros hijos son lo más valioso que tenemos, son tesoros inestimables, nos duele en lo profundo de nuestro ser si algo malo les pasa o si sufren. La Biblia dice de ellos que son herencia de Jehová, que son de gran estima ante los ojos del Señor. Si los tenemos en alta estima y de verdad nos interesa su bienestar, lo mejor que podemos hacer por ellos es orar, pidiendo con fervor y sin desfallecer. La mayor demostración de nuestro amor es presentarlos delante del Padre celestial e interceder por ellos.
Al orar tengamos presente cada palabra donde Dios promete protección como en el Salmo 91. Pidamos que Dios les de dirección en cada decisión que tomen (Salmo 25). Pero también nuestras oraciones deben ir dirigidas a su vida espiritual, a que crezcan en el conocimiento del Señor, si no lo conocen que lleguen al conocimiento de la verdad y sean salvos.
Es cierto que oramos para que les vaya bien y sus necesidades sean suplidas y tengan todas las cosas necesarias, pero una prioridad al orar por ellos es pedir por su bienestar espiritual y crecimiento en la fe.
Debemos ser constantes en nuestras oraciones, oremos sin cesar, sin desmayar sabiendo que la oración, y pienso que mayormente la de una madre, es escuchada y en su tiempo tendrá su respuesta. No te canses de orar por tu hijo aunque no veas que la situación cambia. Aprendamos ver las cosas que no son como si fuesen y acompañemos nuestras oraciones con declaraciones de fe sobre sus vidas. Bendigámoslos con nuestras palabras. Esa era una práctica muy común entre los patriarcas hebreos, lo vemos en la Biblia, como ellos declaraban sobre las vidas de sus hijos lo que querían para ellos.
Ora usando lo que la Biblia dice y conviértete en una madre que ora. Lo mejor y más grande que puedes hacer por ellos es orar no importa que edad tengan.
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