07 de Enero de 2020
- Princesas y Guerreras
- 7 ene 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 14 jun 2021
Una fe extraordinaria
Génesis 12: 1
Si te dijeran empaca todo y vas a mudarte, dejarás tu familia, tu trabajo, tu ciudad, tu país, en fin, todo lo que para ti es conocido y querido. Si eres como yo, lo primero que responderías sería ¿a dónde? Y de seguro lo pensarías, pero resulta que no te dirán hacía donde vas, sólo lo sabrás cuando llegues.
Ahora si es Dios quien te dice deja todo y ve al lugar que yo te diré. Mi respuesta no sería diferente diría ¿a dónde Señor? Como humanas nos gusta que nos den todos los pormenores y nos digan a donde, porque, como llegaremos ahí, en fin. Es que salir a ciegas no es fácil ni agradable, queremos tener el control.
En Génesis 12 encontramos el llamamiento y la promesa que Dios le da a Abram. Le dice que deje todo, su tierra, su familia y se dirija hacía el lugar a donde Él lo llevará. Al escoger a Abram, Dios llama a un hombre de fe. Eso no significa que Abram fuera perfecto, en realidad estaba lejos de serlo, de hecho falló en varias ocasiones, pero si demostró que supo confiar en Dios, al obedecer a ciegas y dejar su tierra (Ur de los caldeos) y salir con un rumbo desconocido.
Abram obedeció a Dios y dejó la comodidad de su casa, sus negocios y una civilización avanzada. La carta a los Hebreos nos dice que: “salió sin saber a dónde iba” Dios no se lo había revelado. Todo lo que sabía es que iría a un lugar que el Señor le iba a mostrar.
Muchas veces el Señor trabaja así con nosotras. Nos pide que demos un paso, un paso de fe, pero no nos revela más que esa tarea. Lo hace para que aprendamos a confiar en Él y no en lo que hemos planeado, en nuestra sabiduría o incluso en nuestros recursos. Dios desea que pongamos nuestra confianza sólo en Él y en sus planes y propósitos para nosotras. En la medida que damos pasos de obediencia, Él se va manifestando y llevándonos a donde desea que estemos. El resultado de la obediencia siempre es bendición para nuestra vida.

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