Verdadera libertad
Juan 8: 36
Si de algo nos jactamos los seres humanos es de ser libres de hacer lo que nos plazca, pregonamos nuestros derechos, nuestra libertad a escoger, a hacer lo que no nos gusta. Dios nos hizo con libre albedrío, pero no para que esa libertad se convierta en libertinaje como muchas veces sucede, así se termina siendo esclavo del pecado. En realidad confundimos libertad con libertinaje. Cuando hemos sido redimidas por Jesús nuestra cosmovisión debe cambiar.
En realidad la palabra nos dice que fuimos compradas a precio de sangre, un precio muy alto (la sangre de Jesucristo) y cuando alguien compra algo le pertenece, es decir, al adquirirnos con su sangre nos pertenecemos a Él y así es como experimentamos la verdadera libertad. Somos libres para servirle a Él, para no vivir más en la condenación, en el temor. Somos verdaderamente libres cuando nos sometemos a Jesús.
La libertad no es hacer lo que nos parezca, sino hacer la voluntad de Dios, aunque eso suene contradictorio. En Juan 8. 32. Jesús le dice a los judíos que la verdad (que es Él mismo) los haría libres. Ellos creyéndose libres, le dicen que no son, ni han sido esclavos de nadie. Lo que ellos no sabían es que eran esclavos de sus propias pasiones, de sus deseos pecaminosos. Por eso en el verso 36, Jesús les dice que la verdadera libertad la da Él.
En 1 Corintios 7, Pablo exhorta a la Iglesia a no ser esclavos del pecado. Si ya Jesús compró nuestra libertad, Dios nos dice hoy que no volvamos a la esclavitud del pecado. Vivamos en la verdadera libertad.
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