La Unidad
Salmo 133: 1
Paradójicamente en esta era en que estamos “conectados” con el mundo y que la internet hace las distancias, casi inexistentes, estamos más distanciados de los demás. En realidad ya no nos hablamos con los más cercanos. Cada uno está por su lado, ensimismados en nosotros mismos.
La Biblia nos insta a guardar la unidad. Debemos empezar por procurar la unidad con los de nuestra casa, con nuestra familia, los que nos rodean, nuestros vecinos. Como mujeres en nuestra casa, jugamos un papel muy importante en mantener la unidad. Podemos hacer que nuestros hijos se lleven bien como hermanos, y que la armonía reine en nuestros hogares. El enemigo quiere dañar esa unidad.
Como miembros de la iglesia debemos esforzarnos por mantener la unidad, en Efesios 4: 3, ser diligentes en guardar la unidad. Esa diligencia debemos llevarla a todos los ámbitos de nuestras relaciones, no sólo en la iglesia o en la familia. En Amós 3: 3, nos dice que debemos estar de acuerdo para poder andar con alguien. Los cristianos de la iglesia primitiva se caracterizaban por esa unidad, estaban pendientes unos de otros, tanto así que no habían necesitados (Hechos 4: 32)
Unidad no es uniformidad, es lo opuesto a individualismo y soledad. Este concepto tiene que ver con ser uno a pesar de las diferencias, todos somos diferentes y la unidad no anula esa diferencia, las diferencias enriquecen al cuerpo.
En el salmo 133: 3 hay promesa de bendición en medio de la unidad, trae bendición y vida eterna. Muchas veces no apreciamos ni valoramos esa unidad. Que cada una de nosotras podamos guardar celosamente la unidad en nuestras casas y nuestras iglesias.
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