La carga de un día
Lucas 10: 41
Se cuenta de un hombre que fue comisionado por su señor a llevar, en su carreta una carga de adobes al pueblo vecino que quedaba a unos 30 km. Muy temprano este hombre salió gozoso con su cargamento, no había transitado mucho de su trayecto, cuando se le acercó alguien que supo que llevaba una carga al siguiente pueblo y le pidió que llevara una carga igual a la suya, que allá la recogerían. El hombre accedió, ya llevaba dos cargas.
Más adelante recibió otra petición igual, claro ya la carreta no andaba tan rápido, el trayecto se hacía más pesado. Pero no sólo esas dos cargas, llevó otras dos por hacerle el favor a otros amigos. Ahora sí que la carreta se puso pesada y le costaba andar. El viaje se le hizo lento, pesado y fastidioso. Entonces aquel hombre alzó sus ojos al cielo y se quejó con Dios, por lo pesado de aquel encargo. Dios le respondió. Tu responsabilidad era llevar solamente una carga.
Eso fue lo que le pasó a Marta de Betania (Lucas 10: 41), se abrumó con muchas cosas, tal vez más de las que ella sola podía hacer, quiso dar lo mejor de ella y atender a Jesús. Igual no sucede a nosotras, tenemos el regalo de 24 horas, cada día y muchas veces nos saturamos, queriendo hacer muchas cosas a la vez. Nos cuesta decir que no a muchas de ellas que tal vez no sean esenciales.
Tu responsabilidad es una carga, no tienes que sobrellenarte de actividades, las cuales muchas las hacemos por complacer a los demás, dejando incluso de lado las más importantes. Por eso al llegar al medio día estamos tan saturadas que sentimos que no podemos continuar.
Cada día tiene su afán, cada día tiene una carga para transportar. Recuerda lo esencial, lo que es realmente importante. A veces dejamos lo esencial por lo urgente. No caigas en esa trampa. Pide a Dios sabiduría para vivir el día a día.
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