Me gozo en el Señor
Isaías 61: 10
Existen muchas cosas que pueden proporcionar alegría, dan cierta euforia, ciertos eventos o fiestas, circunstancias en nuestra vida que pueden hacernos felices, pero que son pasajeras y efímeras, incluso podemos ver personas, “aparentemente alegres”, pero con angustia y depresión profunda, muchas sin ganas de vivir y buscando refugio en lugares equivocados, muchos se refugian en el alcohol, en otras personas, etc. Algunas lastimosamente optan por quitarse la vida, piensan que ya no hay nada más que hacer.
En realidad el verdadero gozo, que es más que la alegría o entusiasmo pasajero, sólo viene con una relación de Dios, la paz que viene del perdón de nuestros pecados por medio de Jesucristo proporciona un gozo que nadie puede quitarnos. Un gozo que no depende de las circunstancias y del que podemos disfrutar plenamente.
David dijo: “en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16: 11). David sabía dónde encontrar el verdadero gozo y la verdadera satisfacción. El conocía muy bien esa sensación de gozo que hallaba cuando estaba con el Señor, esa relación que llenaba su vida completamente.
Princesa, gózate en el Señor, alégrate en el Dios de tu salvación, piensa cuán grande, sublime e incondicional es el amor de Dios, porque ha cubierto con Su sangre tu pecado y ha cambiado las ropas viles por vestidura de salvación, ha puesto sobre ti Su manto de justicia y te ha ataviado como a novia que se viste para su boda, para el esposo. ¿No te parece suficiente motivo para estar gozosas aun cuando haya ciertas circunstancias que nos digan lo contrario?
Dios desea llenarnos de Su gozo, darnos el regalo del verdadero gozo, de ese gozo del que Nehemías dijo que era su fuerza (Nehemías 8: 10). Con Su gozo el Señor nos fortalece y alienta en los momentos difíciles.
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