Un Dios Santo, Santo, Santo
1 Samuel 2: 2
En Isaías 6, el profeta describe una visión que tiene del Señor majestuoso, sentado en su trono alto y sublime y ángeles que dicen: Santo, Santo, Santo. Ante esa visión Isaías no pudo más que reconocer su condición de pecado. Él fue confrontado y esto lo llevó a humillarse. Todo su ser estuvo al desnudo ante la mirada del Señor.
Uno de los atributos de nuestro Dios es que Santo. Su santidad es expresión de su perfección, en El no hay ninguna imperfección, por muy pequeña que sea. Ante esa santidad no podemos más que, al igual que Isaías, reconocer nuestro pecado e imperfección.
Nadie podría vivir ante la suprema santidad de Dios. Sólo al estar escondidas en Cristo podemos estar delante de Su presencia. Cristo nos presenta justificadas ante el Padre. Entonces El nos ve a través de Jesús y nos ve como Él (justas).
En 1 Pedro 1: 15 nos dice que así como aquel nos llamó es Santo, debemos ser santas en toda nuestra manera de vivir. Debemos esforzarnos en vivir en santidad, hemos sido apartadas para vivir para El. Por supuesto nunca nuestra santidad se comparará a la suya, sin embargo nuestra intención debe ser llevar una vida agradable a Él. Pidámosle que nos limpie y que nuestra meta sea vivir en santidad hoy y cada día de nuestra vida.
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